LOS BULOS DE LOS SUPUESTOS CAZADORES DE BULOS

Últimamente están proliferando las webs de fact-checking, es decir, páginas que se preocupan en desmentir lo que según ellos son bulos que se encuentran en la red. Bulos en la red hay, y muchos, pero leyendo algunos artículos de estos supuestos “cazadores de bulos” me surge la duda que su intento no sea simplemente aclarar hechos, sino más bien trasmitir un preciso mensaje que persigue algunos intereses determinados. Por ignorancia, por mala fe o por algún interés oculto, estos cazadores caen en otros bulos que a los lectores no especializados les cuesta detectar.

Un argumento donde en los últimos meses los fact-checkers se han metido mucho, es alrededor de las noticias sobre los peligros del 5G, la quinta generación de comunicación móvil: una parte cada día más significativa de la población, ha empezado a interesarse por este tema y ha descubierto que no todo reluce bajo el sol. Han visto decenas de satélites cruzar nuestros cielos nocturnos para ir a posicionarse y crear una red global satelital de comunicaciones de decenas de miles de satélites que alterará definitivamente la imagen del cielo y las estrellas como lo ha visto el hombre desde su comparecencia en la tierra. Han visto el trabajo frenético de las compañías telefónicas montando antenas sin parar día y noche cuando ellos estaban obligados a quedarse en casa. Algunos han empezado a cuestionar la narrativa oficial trasmitida por los medios institucionales (televisión y prensa) y han empezado a informarse en canales alternativos en la red y en especial modo en YouTube descubriendo, entre otras cosas, que gente de otros países estaba quemando las antenas repetidoras por miedo a enfermarse… ¿Será que esta nueva tecnología, panacea del renacimiento económico mundial, paso fundamental hacia la difusión de la Inteligencia Artificial, solución a problemas que van de la velocidad de descarga a la cirugía online a los vehículos sin conductor al Internet of Things, etc podría tener también alguna contraindicación que nos están ocultando?

El trabajo de los fact-checkers es entonces desmitificar determinadas noticias que crean preocupación, cuando no pánico, en las personas. Pero ¿quién comprueba que estos cazadores de bulos no caigan a su vez en distorsiones debido a la ignorancia o mala fe? ¿Quién se asegura que no sean simplemente influencers de intereses ocultos disfrazados de técnicos?

Para demonstrar que a menudo estos cazadores de bulos caen en los mismos (o peores) errores de los que están en las noticias que quieren desmontar, cojo un ejemplo de estos últimos días, expuesto en el portal Xataka, web de referencia en cuanto a noticias sobre gadgets y tecnología, titulado “Bulos sobre el 5G que podrás desmentir sin esfuerzo con estos conceptos clave”[1] de un tal señor Plokiko. 

Este artículo empieza aclarando cual es el marco de referencia empleado por el autor (lo cual se agradece): eso es genéricamente la OMS, se supone que a través de su comisión IARC o del ICNIRP. La IARC en 2013 define las ondas electromagnéticas como posiblemente cancerígenas, mientras hay estudios académicos que demuestran la relación del ICNIRP con intereses ocultos [2]. Así que, al menos en este ámbito, me permito en dudar de las indicaciones de la OMS y, en cambio, confiar en los cientos de estudios académicos independientes que demuestran el riesgo biológico asociado con las radiaciones no ionizantes (las empleadas para la comunicación móvil entre otros usos) [3].

El artículo sigue citando un vídeo, que se hizo viral, del doctor Thomas Cowan [4] ( y no “supuesto profesor” como asevera el autor [5]) y desmintiendo que los 20.000 satélites que se están enviando al espacio vayan a servir para ofrecer un servicio parecido al 5G en las zonas actualmente sin cobertura [6] como bien explicado por un compañero del sr. Plokiko de Xataka Mexico.

Sucesivamente el autor afirma que las radiaciones no ionizantes (wifi, móvil, inalámbricos y también el campo eléctrico de diferentes aparatos domésticos), siendo de baja energía y baja frecuencia no dañan al ADN como lo hacen las radiaciones ionizantes. Me parece bastante obvio que los rayos X, beta y gamma por ejemplo son más peligrosos que las emisiones del WiFi, pero esto no significa que las radiaciones no ionizantes sean inocuas: ya hay cientos de estudios académicos revisados por pares que demuestran como también estas tienen un efecto biológico dañino [7]. Otra vez, nos encontramos frente al dilema: ¿creer en las directrices de oscuras instituciones internacionales como ICNIRP o en el trabajo independiente de miles de investigadores en el mundo? Cada uno es libre de posicionarse, lo que sí es cierto, es que no hay consenso académico sobre la inocuidad de las radiaciones no ionizantes y por esto no se puede tachar de BULO quien sostiene el contrario.De hecho, lo más sensato en mi opinión sería adherirse a los llamamientos para una moratoria del depliegue del 5G hasta que no se aclare su inocuidad: esto se llama «Principio de Precaución» y está legalmente definido y garantizado por la misma UE [8].

Y pasamos al apartado del tipo de radiaciones del 5G: en esta etapa del despliegue, sólo se está utilizando la banda media (~3,5GHz). Esta frecuencia es más alta que cualquiera de las empleadas por las tecnologías anteriores, incluida la 4G LTE que se emplea en la banda más alta 2,6GHz [9]. Mientras la banda más baja, la de 700MHz, todavía no se está empleando. Igualmente, el hecho que el 5G emplee la misma banda del TDT, no significa necesariamente que tenga el mismo riesgo biológico asociado: de hecho se empiezan a publicar estudios donde se demuestra que el riesgo del 5G no dependería solamente de su frecuencia [10], sino también de la frecuencia del pulso, de la tecnología empleada (Massive MIMO, Beamforming), y otros factores.

El artículo avanza presentando otra de las medias verdades propagadas por los fans del 5G: ya que “el 5G implica la instalación de más del doble de antenas que las instaladas hasta ahora con 4G”(cit.), emitirían a una menor potencia. Esta afirmación es cierta pero oculta una verdad: las cientos de miles de nuevas antenas 5G se van a sumar a las antenas 2, 3, 4G existentes así que nuestra exposición a las radiaciones no ionizantes aumentará en cantidad de manera considerable. Además, aunque algunas antenas (sólo las de la frecuencia más alta, ~26GHz, conocidas como “small cells”) emitirán con una potencia inferior ya que habrá una en cada esquina, se reducirán ulteriormente las zonas sin cobertura o con cobertura reducida y nuestra exposición también en referente al tiempo aumentará. Entonces, si tomamos por bueno la abundante literatura científica sobre los peligros de las radiaciones, el 5G causará un incremento del riesgo de enfermarnos ya que la exposición a las mismas aumentará tanto en tiempo como en cantidad (intensidad).

El artículo termina hablando de la relación Covid-5G, un mantra que nos ha acompañado en estas semanas de confinamiento. A día de hoy, no hay ningún estudio científico que demuestre la relación causa-efecto entre 5G y virus. Esto no significa que en un futuro no se pueda demostrar, pero de momento se trata de una más o menos respetable teoría, o incluso de una simple opinión: colarla como noticia cierta la convierte en bulo dañando el mensaje de quien está seriamente preocupado por los daños del 5G en la salud de las persona y del medioambiente.

 

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